Esta es una fresa silvestre originaria de Europa Central con un sabor dulce y aromático, comparable al sabor moscatel de algunas uvas, que se diferencia claramente del de la fresa silvestre. Su aspecto es más parecido al de la fresa de jardín y tiene hojas grandes y hermosas flores blancas densamente pobladas. Se necesitan plantas macho y hembra para que produzcan fruta; si deja que la fresa almizclera se reproduzca a través de brotes, pronto tendrá rodales masculinos o femeninos bastante homogéneos que no producirán frutos. Sin embargo, incluso sin fruta, la planta es perfecta para crear un prado de fresas que cubra el suelo, florezca en primavera y reverdezca en invierno. Al igual que las bayas silvestres, sus hojas se pueden utilizar bien para infusiones.
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